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Curso y taller de arte gráfico aplicado
En 1976 convoqué para un curso de diseño, que tuvo buena respuesta. Más adelante trataré con detalle del desarrollo de este proyecto.De momento mencionaré que se inició con muy buenos augurios, hubo un gran apoyo por varios medios, tanto periodístico como televisivo, entre otras cosas, se anunció con una página de periódico gracias al apoyo de Alfonso La Torre, renombrado periodista, autor y crítico teatral, cuyas tiras diarias de historieta –argumento y dibujo-, aún esperan la atención de algún investigador en historia del arte.
El Taller culminó con una exposición de trabajos de Amparo Cuadros, Rubén Gutiérrez, Homero Díaz y Mario Murakami, en el Museo de Arte Italiano a fines de 1977.
Aquí presentamos algunos de los trabajos.
Para un ejercicio de actualización, basado en tema tradicional el motivo escogido fue la imagen casi bidimensional del cóndor en piedra sobre los frisos de Chavín.
Luego de un cuidadoso estudio de los diversos tipos de líneas estructurales y sus correspondencias compositivas nuestros talleristas proyectaron una versión volumétrica
Para pasar al volumen hubieron de construir una cortadora gigante para tecnopor de varias pulgadas. Y para la versión mural se armaron bastidores de serigrafía del tamaño de una puerta con los cuales se imprimieron metros y metros sobre papel de bovina, con todo lo que según vuestra imaginación pueda eso implicar. En todo ello mi rol fue solo de consulta y supervisión.
El resultado, luego de colocar los metros de papel sobre el muro, circundando el pedestal con el cóndor en volumen dio la impresión de recogimiento muy adecuada al sentido ritual que el objeto aún conservaba.
“El caballero”, fue otro de los ejercicios, que comenzó como una práctica de síntesis, fue trabajada a partir de un modelo figurativo, realista cuya referencia podría servir de punto de partida para llegar a la simplicidad.
Cada estudiante presentó diferentes propuestas, a cuál más colorida, sintética o elaboradísima composición a partir de elementos básicos, pero la aplicación acabó siendo un arte final al estilo de otro ejercicio preparado en este caso para familiarizarnos y desarrollar los rasgos floridos para la caligrafía que habían practicado por meses. Paralelamente a la caligrafía se practicó fundamentos visuales, tipografía, marcas, diagramación y todo lo que comprende el diseño gráfico a nivel creativo.
El espacio destinado a El mesón de El Caballero exhibía desde una imagen del modelo original –la efigie ecuestre de un caballero medieval–, hasta los estudios y bocetos que lo convertían en el distintivo de un hipotético restaurante de lujo. El arte final había sido elaborado entre todos a través de un cuidado proceso de simplificación y resaltamiento de las líneas de fuerza básicas por un lado, complementado por una profusa ornamentación en las zonas de detalles, la presentación y aprobación del boceto definitivo requirió de la sensibilidad que ofrecen los rasgos con pluma de ave y el tratamiento final usó del ornamento barroco. Mario reforzó sobriamente los trazos y Homero equilibró bellamente los adornos.
El símbolo de El Caballero fue aplicado a todo lo imaginable en un gran restaurante, mantelería, servilletas, vajilla, tazas, platos, copas, cristalería, la pantalla para una lámpara, fósforos. Un boceto en relieve concebido para ser desarrollado en hierro forjado era la versión para el cartel y presidía ese sector.
Una anécdota deliciosa (también comentada en el libro) fue la del afiche “Fumar es dañino” que llevaba días de muchos bocetos sin encontrar un diseño convincente hasta el momento en que Rubén se quedó mirando fijamente uno de los ceniceros repletos que nos acompañaban…
Cuando el taller culminó expusimos los trabajos en una Muestra en el Museo de Arte Italiano.
Una primera idea fue anunciar en las carteleras municipales que había en cada esquina del centro de Lima, pero vimos que acostumbraban a usar unos carteles tan solo con tipografía
Entonces nuestro equipo diseñó un cartel con un grabado tallado a mano y así se anunció la muestra en las paredes para que se vieran desde lejos
Para anuncios que se vieran más de cerca diseñaron un logotipo colorido, que procuraba referirse tanto a los colores básicos de la imprenta como a los llamados colores de la bandera del Tahuantinsuyo. Y ya en esta onda peruanista eligieron para las siglas T - A - G , una tipografía cercana al alfabeto "Inka" que yo había creado poco antes para la revista runa.
Ese diseño se aplicó para un afiche de vitrina y lo colocamos en las tiendas de la Lima cuadrada
Bien, al correr del tiempo, esta información ha sido incorporada al trabajo de investigación con el cual culminé mi paso por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Mi tesis de doctorado 2017 titulada "El Diseño Grafico en Lima, 1960" se publicó en 2018, se encuentra en fisico en librerías.
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